Florencio Mastroti es un poeta nacido en Capilla del Monte allá por el 55, y que vive aquí y que sigue escribiendo. Conocido entre otras cosas (como bien dice en un reportaje que le hizo Uritórkidas en el programa de radio) , “por ser el loco ese que repartía allá por el 83 volantes del movimiento al socialismo” en un esquina de su pueblo. Conocido también por sus poemas, entre sus libros editados se encuentra “Resistiendo límites” . Dice allí en una nota introductoria: ”Escribo por intuición del corazón, por respeto a algún recuerdo, por necesidad de ternura, por deber de conciencia, por asombro de belleza, por hábito de militancia y por considerar de alguna utilidad para mi pueblo estos poemas”. Quizá los poemas de Mastroti nos recuerden que la poesía que se escribe con la tinta roja de la rebeldía justificada, esa que crecía por la década del 70 regada con la esperanza en los cambios sociales y en la justicia, tiene todavía mucho para decir y para andar.
PATRIMONIO
“Tengo y lo sé, esa es la verdad”
Miguel Menassa
Tengo esta miseria y no la escondo,
esta frase infeliz como un intento,
sigo el modelo del “60″ , ingenuo
que aspira a la alegría general,
desordenada.
No me consterno por la nada y lucho
festejando estar vivo entre los vivos,
desaprensivo me niego a especular y pienso:
para tener memoria no voy a tener precio ,
voy a tener memoria.
Se me gastan las manos en los obscenos gestos
toda vez que me invaden los límites del miedo,
me resisto a la inerte flaccitud de las algas
quiero estallar, abrirme, “contener multitudes”
y salvar los instintos del mono que aún me queden.
En las verdes mañanas trituro los relojes
que insisten vanamente en despreciar lo vivo,
en las tardes violetas degluto la osadía
y por las noches gusto de lechos destendidos
con el viento sensual de las tormentas.
Me detengo por siglos en la rueda de amigos
para beber el tiempo que en la prisa perdimos
y en dialéctico ritmo lo que tengo me basta,
de combate y cansancio, de quietud-movimiento,
de placer y naufragio, me basta cuanto siento.
Esta feliz miseria que no escondo,
esta frase infeliz como un intento.
Florencio Mastroti