Por Laura Inalbis
Su vuelo es pálido…sin matices ni sorpresas…
Su llegada…incierta…de la mano del tiempo que dejó a alguien ya fuera de su recorrido…
Su partida… depende de nosotros.
Sienten hambre, un hambre de espera…y mientras esperan, a su vez, él los devora a ellos. Necesitan comer…
Les devoró. ..¡¿cómo explicarlo?!… los sueños… las ganas… las oportunidades,… tal vez de ser ni siquiera ellos mismos, pero sí al menos alguien más allá de la espera, para , recién ahí…notar que están vivos?.. Por dios… así entiendo porqué estiran tanto todo lo que llega a ser tomado por sus garras
Mientras depredan viven, por eso comen lento… con gusto a papel viejo y manoseado, con olor a sudor ajeno…ya casi sin tinta.
Sus plumas no se manchan como sus trajes, no engordan …saben digerir .
En realidad… armaron el juego, conocen todas las reglas porque fueron ellos los que las escribieron y son los mismos que se encargan de hacerlas cumplir. Así, solo ganan…siempre ganan ese juego, no hay forma de que lo pierdan, y saben que, cuando nos sentamos a jugar, eso nosotros no lo sabemos.
Me parece verlo cómo pica la carne, la agarra y la estira para separarla del cuerpo ya muerto .Si el trozo es grande lo presiona con las garras y de ahí también tira para cortar uno más pequeño y comérselo… así se alimenta.
El tema es cuando está viva la presa y sangra el desgarro, la espera se hace infinita y la muerte, que traerá el ansiado alivio, alabada!.
“Oh, Dios… sácame de esta miseria”…escucho cantar a los negros en los campos de algodón años atrás rogando una muerte que los libere.
“Oh, hombre…déjame ser”…siento el aire silbar aun por un juego sin trampas, sin colores ahogándose entre sí .
Los pintores no pueden pintar con todos los colores mezclados…los necesitan frescos, recién preparados, definidos, puros e ingenuos para combinarlos y que canten desde la tela…como cantan los negros desde los campos.
De niños cantamos cuando jugamos…pero esos son otros juegos!!!
Ellos no sangran, padecen el hastío de hacer siempre lo mismo: ganar haciendo trampas. Pálidos y sin sorpresas, carcomidos por el tiempo que llevan haciéndose la misma pregunta sabiendo a su vez que nunca van a conocer la respuesta… Se coagularon mientras esperaban la muerte, mientras engañaban a sus presas .
Una gota tiene que ser la primera…alguna se mueve y marca el camino para las que vienen detrás…por supuesto sin intención alguna…
Gravidez
Si la presa está viva el desgarro de la carne llora sangre…
…se mezcla en la tela que el pincel delata…
… tiñe el algodón que suelta una mano en los campos…
…baja por la piedra que sostiene un cuerpo bajo las garras de un cuervo…
…ojala algún día despierte en lágrima que recorre el rostro de los que hacían trampa y caiga pesada hacia el piso…enrojeciéndolo, haciéndose eco reverberante de cada latido.
Tal vez ese goteo los haga abrir los ojos y dirigir la mirada hacia ese sonido que los molesta… que los taladra… y siguiendo el recorrido de la sangre fresca lleven la vista hacia sus manos que atrapan a alguien , enrojecidas
“Un, dos, tres, cigarrillo 43”
“Un, dos , tres, cigarrillo 43”
Mientras la presa esté viva puede escapar, aunque lo haga sangrando
Ellos temen soltarla… que quedaría entre sus manos?
Hasta que no decidan ver con qué se alimentan siguen presos de sus juegos, que los encarcelaron en vidas vacías, llenas de lujos y dinero…como tantas otras trampas…
Atesoro recuerdos felices de mi infancia junto a mi hermana… teníamos amigos pequeños como nosotras y jugábamos muchas tardes juntos…
El “Cigarrillo 43 “ me gustaba… eso si…lo jugábamos unas vueltas y decidíamos terminarlo rápido así tomábamos la leche con chocolate y galletitas…
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Que texto intenso, sentido,real! gracias por compartir Laura tu mirada. Un Abrazo
Muchas gracias!! Un abrazo