Por Daniel García Molt
En una charla que surgió en el programa De Vuelta, que se emite los sábado en la radio Una Radio Muchas Voces, conducido por Carlos Palomares y Renata Bracaccini, estando invitado el director de Uritorkidas, el actor y dramaturgo, Pablo Solis, surgió el tema de la espiritualidad y el espíritu. No recuerdo quién de los protagonistas de la charla relacionó la espiritualidad al arte, supongo que Pablo, y si recuerdo que Carlos se mostró refractario a creer en la existencia de algo llamado espíritu, incluso preguntó con tono desafiante : “¿Dónde está el espíritu? Y agregó: “¿En la cabeza, el cerebro; dónde?”.
Indudablemente el periodista radial tiene un pensamiento empírico que lo lleva a creer en aquello que puede tener un demostración sensible. Solís, a su vez, ubicó el tema del espíritu en un terreno donde cualquiera recula: la muerte. Supongo, siempre supongo que para expresar que al morir se termina este cuerpo pero algo queda flotando, o integrado a algo o preparado para regresar. Qué es eso: ¿el espíritu? ¿el alma?
En busca de definiciones encuentro que para el cristianismo, el espiritu es algo que permite al hombre relacionarlo con Dios pero desaparece cuando el hombre muere, en cambio, el alma sería eterna. Algo así como si el espíritu es la memoria rom y el alma la memoria ram. Esta diferencia y durabilidad explica porque el demonio cuando pacta con los seres humanos lo hace a cambio de su alma y no de su espíritu que es algo finito, y es comprensible, ya que en las cotizaciones de lo intangible, según el cristianismo, el espíritu tiene menos valor que Alma.
De todos modos, aunque el espíritu parece de menor valor, no podemos dejar de señalar que para los cristianos no hay nada más importante que el Espíritu Santo, la tercera persona de una trinidad misógina formada por un Padre y un Hijo. Al Espíritu Santo se lo representa con una paloma alguna veces, otra como una llama ígnea y también una especie de rayo láser que logró la gravidez en una muchacha virgen.
Así, según el cristianismo todo ser humano tiene un espíritu sea malo o bueno, en cambio la espiritualidad supone perseguir o poseer valores morales y éticos buenos. De hecho siempre se habla del camino espiritual seguido por la gente que sigue determinados preceptos considerados humanos y compartidos por la mayoría.
Ser poseedor de valores espirituales no son atributos de los cristianos o cualquier otro tipo de creyente. Incluso aquellos que no creen en el espíritu ni en Dios puede ser una persona espiritual en el sentido de seguir los mejores principios humanos.
Otros grupos que creen en los espíritus son justamente los espiritistas. Esta doctrina impuso la idea de que una reunión de personas encabezadas por un guía o sensitivo o médium, se podía entablar un diálogo con personas fallecidas de este planeta, seres dimensionales, o hasta seres extraterrestres. Se señala como sistematizador de esta doctrina al francés Allan Kardec, aunque su práctica es muy anterior a él y tuvo derivaciones en todo el mundo. En nuestro país es famosa la Escuela Científica Basilio. Esta institución nació justamente cuando Pedro Basilio Portal, ya espíritu porque había fallecido, le comunicó a su hijo las pautas que regirían la Escuela. Es interesante que se adoptó el segundo nombre del espíritu fundador para dar nombre a la institución religiosa, porque Pedro podría llegar a confundirse con el fundador de otra iglesia, la Católica.
En líneas generales la idea de la Escuela Científica Basilio considera que los espíritus fueron creados por Dios, pero cuando algunos entraron en luchas fratricidas provocaron violentos choques hasta el punto de generar una gran explosión de la que surgió la materia (no podemos dejar de mencionar la similitud entre esta idea y la teoría del Big Bang) así se formó un espacio alrededor de los espiritus aislándolos de Dios. Los seres humanos, mientras estén vivos, deben pensar en recuperarse como personas realizando el bien, para en sucesivas reencarnaciones ascender en un escalafón que en determinado momento les permitirá atravesar la frontera que lo aisla de Dios y, finalmente, unirse a él eternamente. Mientras tanto, podrá verse favorecido por espíritus digamos buenos, o también,perjudicado por espíritus malos. Pero lo importante es que para los espiritistas los espiritus conviven entre nosotros y nosotros también lo somos. La buena noticia es que la muerte es sólo una oportunidad y no el fin.
Los marxistas a partir de su presencia e influencia universal a partir de principios del siglo XX negaron al espíritu y lo espiritual. Mientras los distintos fascismos utilizaron el término espiritual como sinónimo de esencia para hablar del Espíritu de la raza, el espíritu del soldado. Algo intangible pero como presencia ancestral, íntima.
Cuando las ideologías comenzaron a flaquear después de los años 70, y mostraron en su ejecución que más que programas filosóficos, sólo podían imponerse como creencias, creencias en algunas casos fanáticas y obligatorias, muchas personas en occidente comenzaron a volcarse a cierto orientalismo o transcripciones de religiones orientales. Algunas surgieron directamente de sus fuentes originales, otras fueron traducidas y adaptadas para ser consumidas por occidentales. Por ejemplo, lo que hizo Osho en su momento o ciertos santones mágicos cuyos seguidores son occidentales pero en su tierra son pocos quienes creen en su excepcionalidad.
Occidente también tuvo sus intérpretes de creencias más o menos orientales en el siglo XIX, como Madame Blavatsky, Rudolf Steiner y otros personajes que elaboraron doctrinas que tienen mucho de pastiches sin demasiada lógica.
A lo largo del siglo XX y con más fuerza en el siglo XXI la ciencia también perdió su infalibilidad. En realidad la ciencias nunca se considera infalible a sí misma, justamente porque uno de sus postulados esenciales es que cualquier teoría científica puede ser corregida por otra superadora. En la ciencia no existe la verdad absoluta.
Sin embargo, hay una corriente de opinión que rechaza a la ciencia de la misma manera que rechaza la idea de Dios y lo ha convertido en una figura similar a un personaje de ficción.
La ideología tomo formas extrañas en la segunda parte del siglo XX que desnudaron sus aspectos más religiosos y policiales haciendo retroceder a algunas sociedades a algo parecido al medioevo.
En tanto, el occidente capitalista que habitamos está en manos de la sociedad de consumo, que así como las máquinas que muestra Terminator que destruye todo lo que está vivo, esta sociedad nuestra parece destruir o desinteresarse por aquello que no es capaz de consumir. Estos, quienes sobreviven se encuentran esclavizados a esa sobrevivencia, exigidos de necesidades artificiales y la única salida que tienen es alcanzar estados breves y artificiales mediante todo tipo de intoxicación o excesos alimenticios, sexuales o físicos, todos ellos también productos de consumo. Lo espiritual acá brilla por su ausencia.
Creyendo escapar de esta situación existe otro tipo de intoxicación que, es la “espiritualidad”, (entre comillas, porque quiero creer que hay otra, más personal y auténtica). Es la que hace movilizar a muchísima gente detrás de un gurú, como antes lo hacía ante un líder político, o ha llevar a cabo actos mágicos cargados de fetichismo. Formas mágicas involutivas.
No me engaño que considerar como involución a la fe de algunas personas puede herirlas, pero deben aceptar que ciertos rechazos a la medicina, o dotar a objetos, minerales, luces de poderes sanadores o, muchas veces, curativos, no es una manera de regresar a creencias atávicas cuyos resultados le deben más al azar, que a la cosa en sí. Es entonces donde la espiritualidad, tomó vuelo y ahora es una palabra repetida con definiciones y contenidos varios, y muchos como señales de una moda o peor, un producto más que ofrece el mercado.
Volviendo a la conversación radial que generó esta nota, es indudable que Carlos manifestó una posición negativa a la existencia del espíritu cuando preguntó: ¿Dónde está? ¿La siento? Aunque pienso que Carlos, no estaría en contra si se dijera que el espíritu es esa parte de lo humano que se manifiesta en acción donde se ejercitan valores y piedad hacia el semejante, aunque alejado de toda manifestación llena de aspavientos y fetichismos. Un arte de vivir donde también se ejercen sentimientos.
Pablo en cambio, planteó de inmediato el espíritu en función de la muerte. Algo queda, y se va con nosotros cuando morimos. En Pablo me atrevo a colegir, -y seguramente no les gustará a ninguno de los dos que interprete con demasiada libertad lo que ellos piensan (mil disculpas)-, funciona como una protección para no caer en el vértigo feroz de que la muerte nos despoja de todo. “Un día llegará pero finalmente yo, tal vez, no termine del todo”. Además, Pablo, como autor y actor que es sabe que todo hombre carga un doble, que exige una búsqueda constante de sí mismo que no puede terminarse en un día, ni en una vida.
Ambas posiciones son atendibles, quizás porque personalmente me debato constantemente entre las dos. Es que cuando hablamos de otros, siempre, estamos hablando de nosotros mismos.
Daniel: es cierto también para mí lo que dices: «cuando hablamos de otros, estamos hablando de nosotros mismos». Creo que muchas veces funcionamos así. Y creo que lo hacemos porque hay algo que nos hacemos al no animarnos a conocernos más profundamente, de verdad, sin miedos a ver «quienes somos» en realidad…qué parte es la «trascendente» en nosotros, de verdad.
Más allá de que sea o no diferente el alma del espíritu, (o como cada cultura desee estudiarlo y creerlo o des creerlo) creo que lo que cada uno Cree es lo que nos hace manifestar de una u otra forma, cómo tomamos las diferentes situaciones de la vida a partir de la creencia que tengamos.
Quiero compartir con vos el significado de un término sánscrito, muy mal comprendido y desconocido muchas veces: «Guru». Se compone de dos partículas: «gu» significa: «el que disipa», y «ru» significa:»oscuridad». Por lo tanto el Guru es el que disipa la oscuridad. La idea sería ser nuestro propio «Guru», descubriendo las propias oscuridades para poder disiparlas….más allá del nombre «alma» o «espíritu»….Creo que en esto se basa la Verdadera Espiritualidad…
Gracias Daniel